En un espacio moralmente llano en el que la indumentaria tiene más derrotero que la pellejo, Patrick Bateman es un cuerpo soberbiamente esmerado que cumple todos los requisitos de Master del Universo, desde el borrador de su guardarropa hasta el de sus tipo químicos. Es prácticamente terminado, como casi todos en su creación e intenta desesperadamente empapar en él. Cuando más intenta ser como cualquier otro vigoroso opulento de Wall Street, más anónimo se vuelve y menos control tiene sobre sus terribles instintos y su insaciable sed de cepa, que lo arrastra a una desorden en la que los objetos valen más que el cuerpo y el ánima de una sujeto.